En innumerables oportunidades me ha tocado hablar acerca del rol del médico fisiatra en el equipo de rehabilitación, cuáles son sus funciones, qué es lo que hace un médico rehabilitador.
Nadie tiene dudas acerca de cuál es la tarea de un cardiólogo, un cirujano, o un oftalmólogo, pero la labor del médico dedicado a rehabilitación sigue siendo un tema a esclarecer, aún para los propios colegas, que suelen relacionar la intervención desde esta especialidad como una práctica kinésica o el seguimiento de pacientes con discapacidades severas.
Esto es una particularidad, dentro de muchas, que tiene la especialidad.
Sin embargo, prefiero destacar las fortalezas que la convierten en una rama de la medicina muy diferente a las demás.
Entre ellas, encuentro la posibilidad de tener un contacto y un conocimiento del paciente, en mi caso de los niños, que en pocas especialidades se da.
Esa relación, se inicia en la mayoría de los casos cuando son muy pequeños y se va desarrollando a lo largo de sus vidas y la de sus familias. Es decir, que vamos atravesando las diferentes etapas del desarrollo de ese pequeño, con sus logros y también sus fracasos.
Asistimos a las diferentes circunstancias que se van produciendo en el devenir cotidiano de ese niño y su entorno: la llegada de un hermanito, las primeras palabras, el jardín, los juegos, etc.
En la práctica bien entendida, es indispensable que tengamos una supervisión estrecha de cada una de las intervenciones que se le indican a lo largo del tratamiento.
Poder observarlo “in situ” mientras está trabajando con su terapeuta fuera del ámbito del consultorio, nos permite tener otra mirada más abarcativa de ese niño en su totalidad, y refuerza el concepto de transdisciplina.
Para recorrer este camino, se pone en juego la necesidad de contar con un tiempo de evaluación y seguimiento que poco tiene que ver con el modo de vida actual.
Y aquí entra en juego el concepto de tiempo, dado que en rehabilitación los tiempos son otros.
Nos toca transitar una era donde el bien más preciado es el tiempo y donde la tecnología establece un nuevo paradigma de comunicación/ incomunicación.
Los médicos no estamos ajenos al vértigo que nos impone ese nuevo paradigma donde corremos de un trabajo al otro, vemos pacientes sin el tiempo necesario, luchamos con la burocracia de las obras sociales o repetimos indicaciones sin sentido como una receta de cocina que la experiencia ya nos ha demostrado que no dan resultado.
Incluso somos meros efectores ante la exigencia de los padres, que muchas veces nada tiene que ver con lo que el niño en realidad NECESITA.
¿Y qué necesita un NIÑO? Simplemente poder ejercer su ROL DE NIÑO.
Alrededor de un niño con alguna forma de discapacidad se genera un marco de diferentes actores (padres, terapeutas, médicos, maestras, etc) que lo fragmentan en diferentes parcialidades.
Tener una mirada panorámica e integradora de todas esas parcialidades, es sin duda una de las funciones del médico rehabilitador.
Explicarle a una familia que viene con muchas incertidumbres, temores y ansiedades, qué es lo que consideramos que es realmente necesario para su hijo, seguramente lleva tiempo pero da sus frutos.
Empecemos entre todos a desterrar el concepto de que a mayor cantidad de terapias mejores y más inmediatos resultados, porque en el medio de una agenda apretadísima de tratamientos nos encontramos con un niño que muy pocas veces JUEGA.
Invirtamos el tiempo necesario para mirar, escuchar y comprender todo lo que los niños quieren decirnos. Capitalicemos esa oportunidad maravillosa que tenemos al trabajar con niños de poder ayudarlos a crecer como tales, y no como patologías o pacientes.
Asumamos la responsabilidad que tenemos al intervenir en el “modelado” de ese niño, para que junto con sus familias podamos lograr el objetivo terapéutico más sublime, que es el de SER NIÑO.
Son algunos de los objetivos que nos proponemos para este año que se inicia.
¿Nos acompañan?
Dra. Mariana Bossié
Médica Fisiatra M.P. 109.658
Directora Médica Centro Cari SRL